(31 de octubre
de 2022) Año tras año,
una tras otra
Conferencia de las
Partes de la ONU sobre
el Clima (COP), no
hace más que empeorar
la crisis climática
mundial. Causada en
gran parte por el
agronegocio y el
sistema capitalista
destructivo que la
fomenta, la crisis
actual es el resultado
directo de un sistema
económico que explota
toda forma de vida sin
reconocer ningún
límite a la
naturaleza. Los
intrincados sistemas
de la Madre Tierra y
los ciclos que
sostienen la vida
están quebrados. La
devastadora pandemia
de COVID-19 y la falta
de acceso a la
atención sanitaria
para muchas personas
demuestra lo cruel que
puede ser el
capitalismo a la hora
de repartir dolor,
sufrimiento y pérdidas
relacionadas con la
destrucción de la
naturaleza. Ya sea en
Pakistán, Palestina o
Puerto Rico -por
nombrar sólo algunos-,
la otrora lejana
amenaza del “cambio
climático” se presenta
ahora en oleadas
sucesivas de
“fenómenos
meteorológicos
catastróficos” que
convierten las
tragedias provocadas
por el clima en
elementos demasiado
frecuentes en la vida
cotidiana de las
personas. De las
sequías a las
inundaciones, pasando
por los incendios
forestales y los
huracanes, estos
eventos extremos han
amenazado e incluso
destruido vida y la
Soberanía Alimentaria
de los pueblos, que
exigen soluciones
reales para limitar el
calentamiento global
al 1,5%. Por si eso
fuera poco, los
hambrientos de poder
producen nuevas
guerras, ocupaciones y
sanciones sin tener en
cuenta los derechos
reconocidos por la ONU
a la alimentación, la
salud, la paz y la
autodeterminación, y
mucho menos el derecho
ahora universal a un
“medio ambiente
limpio, sano y
sostenible” (Asamblea
General de la ONU,
2022). El Estado de la
Seguridad Alimentaria
y la Nutrición en el
Mundo (SOFI, 2022)
reportó que la
vulnerabilidad y los
extremos climáticos
ponen de manifiesto el
aumento del número de
personas con hambre,
pobreza y desigualdad.
En la
Convención Marco de
las Naciones Unidas
sobre el Cambio
Climático (CMNUCC) y
sus COP anuales sobre
el clima, las empresas
transnacionales (ETNs)
utilizan su control
sobre una mayoría de
los gobiernos
nacionales y las
instituciones
multilaterales para
mercantilizar la
crisis, negar que el
capitalismo de los
combustibles fósiles
tenga algo que ver con
ella y limitar
cualquier posibilidad
real de cambio
transformador. Aunque
el sistema alimentario
corporativo es
responsable de más del
50% de todos los gases
de efecto invernadero
(GEI), los
Bayer-Monsanto del
mundo no ofrecen más
que propuestas ávidas
de beneficios
empaquetadas en
vergonzosos esquemas
de “emisiones netas
cero”. En lugar de una
reducción muy real,
urgente y necesaria de
las emisiones -cuya
principal
responsabilidad recae
en las élites de los
emisores históricos,
como Estados Unidos,
Europa, Canadá y
Australia-, las falsas
soluciones
corporativas ofrecen
un pase libre al
núcleo colonial
mientras lideran un
asalto global a las
comunidades rurales,
los medios de vida y
los territorios. Las
llamadas “soluciones
basadas en la
naturaleza” (NBS),
como REDD y REDD+, la
“Agricultura del
carbón” y otros
esquemas de comercio
basados en el mercado,
y la toma de posesión
de la agricultura por
parte de las empresas
mediante las patentes,
la “digitalización”,
la “intensificación
sostenible” y la
“agricultura
climáticamente
inteligente “, son
todas ellas grandes
victorias para el
agronegocio, pero
terribles pérdidas
para lxs campesinxs,
los pueblos indígenas,
lxs pescadorxs, lxs
habitantes de los
bosques y otrxs en la
primera línea de la
crisis climática
mundial. Y cuando el
gran engaño de las
“emisiones netas cero”
no consigue calmar el
clima, las empresas
transnacionales
prometen que la
geoingeniería de
altísimo riesgo
salvará el día (o al
menos sus márgenes de
beneficio). Ésta ha
sido la norma en todas
las Conferencias de
las Partes sobre el
Clima, y es poco
probable que la 27ª
Conferencia Anual de
las Partes (COP27) sea
diferente.
La COP del
clima de este año,
llamada a ser “la COP
de África”, se
celebrará en el
énclave elitista y
artificial que es
Sharm el Sheikh, en
Egipto. Lejos de las
firmes luchas de los
pueblos africanos y
árabes por la
autodeterminación, la
COP27 está dejando muy
poco espacio para que
las comunidades
organizadas digan la
verdad al poder
corporativo. Por esta
razón, entre otras,
muchas de nuestras
organizaciones
hermanas del Colectivo
por la Justicia
Climática en África
(ACJC) organizaron la
Contra COP de los
Pueblos Africanos
exigiendo soluciones
reales basadas en la
justicia climática,
una prioridad para las
personas y el planeta,
y el fin del control
corporativo del
CMNUCC. Tal y como se
recoge en la
Declaración de las
Naciones Unidas sobre
los Derechos de lxs
Campesinxs y Otras
Personas que Trabajan
en las Zonas Rurales
(UNDOP): “Los
Estados adoptarán
todas las medidas
necesarias para
garantizar que los
actores no estatales
cuyas actividades
estén en condiciones
de regular, como los
particulares y las
organizaciones
privadas, así como
las sociedades
transnacionales y
otras empresas,
respeten y refuercen
los derechos de los
campesinos y de
otras personas que
trabajan en las
zonas rurales… (y)
adoptarán medidas
apropiadas para que
los campesinos y
otras personas que
trabajan en las
zonas rurales
disfruten, sin
discriminación
alguna, de un medio
ambiente seguro,
limpio y saludable.”
Es precisamente
por este contexto que
La Vía Campesina
estará en la COP27.
Lxs delegadxs de
nuestras
organizaciones
miembros harán oír sus
voces, tradiciones,
experiencias y
soluciones. Seguiremos
promoviendo,
practicando y elevando
la Soberanía
Alimentaria
como el derecho de los
pueblos a alimentos
sanos y culturalmente
apropiados producidos
a través de métodos
ecológicamente sanos y
sostenibles, y el
derecho a definir
nuestros sistemas
alimentarios y
agrícolas.
Explicaremos una vez
más que lxs
campesinxs, mediante
prácticas y
territorios
agroecológicos,
cultivan más del 70%
de los alimentos
producidos en el mundo
en menos del 30% de
las tierras
cultivables. Haremos
hincapié en que la
agroecología
es un camino
sostenible basado en
siglos de experiencia
y evidencia acumulada
– es una ciencia, un
movimiento social y un
estilo de vida
practicado por
millones de personas
en todo el mundo a
través del trabajo
significativo, la
cooperación, la
estrategia y la
organización.
Ampliaremos y
compartiremos la UNDROP,
un instrumento
jurídico internacional
que ayudamos a crear y
que defiende los
derechos de los
pueblos sobre sus
territorios, semillas,
aguas, bosques y que
promueve una forma de
ser y vivir más
sostenible. Nos
solidarizaremos con
todos los que luchan
por los derechos
colectivos y
reiteraremos la
necesidad de “responsabilidades
comunes pero
diferenciadas”
entre los Estados –
incluyendo un vibrante
Fondo Verde para el
Clima libre de
cualquier influencia
del Fondo Monetario
Internacional (FMI) o
del Banco Mundial
(BM), vacío de todas
las imposiciones
neoliberales que sólo
sirven para explotar
aún más a las personas
y al planeta, y
totalmente financiado
a través de
reparaciones
climáticas por los
legados coloniales del
pasado y del presente.
Nos
solidarizamos y
apoyamos a nuestrxs
aliadxs del movimiento
por la justicia
climática que exigen
reparaciones
climáticas justas y no
sólo “financiación
climática”. Por
último, en la COP27
seguiremos extendiendo
nuestras manos y
brazos construyendo
solidaridad, acciones
y estrategias comunes
con organizaciones de
base, alianzas y
movimientos sociales
de todo el mundo que
luchan por la justicia
climática y social.
Mientras la
mayoria de los
gobiernos nacionales y
las instituciones
multilaterales ofrecen
soluciones
capitalistas que
continúan fracasando
en la lucha contra la
crisis climática,
nosotrxs, la voz
organizada de más de
200 millones de
campesinxs, pueblos
indígenas,
trabajadorxs sin
tierra, pescadorxs,
pastorxs, trabajadorxs
agrícolas migrantes,
pequeñxs y medianxs
agricultorxs,
luchadores por la
Soberanía Alimentaria,
miembros de
comunidades rurales,
costeras y urbanas,
mujeres, jóvenes y
personas de diversas
identidades de género
que conforman La Vía
Campesina, en
convergencia con una
diversidad de
movimientos por la
Justicia Climática,
reiteramos aquí y
ahora nuestras
soluciones reales: ¡LA
SOBERANÍA
ALIMENTARIA ENFRIA
EL PLANETA!
La logramos con la
Agroecología y los
Derechos Campesinos
para garantizar una
Transición Justa
arraigada en el poder
popular, el bienestar
ecológico y social, y
la solidaridad en el
contexto local,
regional e
internacional.
¡Juntos, en la lucha,
venceremos!
¡DERECHOS
Y AGROECOLOGÍA
CAMPESINA PARA UNA
TRANSICIÓN JUSTA!
¡GLOBALICEMOS
LA LUCHA!
¡GLOBALICEMOS
LA ESPERANZA!
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